Malí 11, País Dogon VIII: Songó, la circuncisión

Vamos hacia Songó, un pueblo cerca de Bandiagara, a conocer un lugar donde se realiza la circuncisión a los varones de entre 12 y 14 años. La cultura Dogon, al menos los hombres, le da mucha importancia a este momento. El rito tiene un lugar especial y una música determinada.

Durante el mes previo a la ceremonia, cada día, los jóvenes se van a las afueras del pueblo, entre los árboles donde reciben enseñanzas de los mayores, tocan música y comparten tiempo entre ellos. Como una especie de retiro, por más que vuelvan a dormir a sus casas en la noche.

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Vista panorámica de Songó

El día señalado, los jóvenes son reunidos a un lado, mientras que el responsable de hacer la circuncisión se sienta en el lugar indicado: una piedra. Utiliza un cuchillo tradicional, especial para esta ocasión y a su lado un agua en ebullición con hierbas medicinales.

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Espacio ritual de la ciruncisión

Existe una fábula para que los chicos no tengan miedo. Además del medicamento, el hombre tiene una serpiente inofensiva a su lado, manchada con un poco de sangre de un pollo previamente sacrificado. Se les hace creer a los niños que la serpiente se comió el pollo y les dicen: «Al pasar por esta piedra ninguno llora, el que llora se lo damos de comer a la serpiente«. Según nuestro anfitrión, tras oír esto los chicos pasan de a uno y sin miedo. La serpiente es un animal importante de la cultura Dogon ya que en los mitos es la que se encarga de lavar al Hogon (él no se baña, se lava con la lengua del reptil) además de protegerlo.

Después de la circuncisión, los padres de los chicos suben con comida y hacen un banquete. Otros adultos toman los instrumentos y se van otro lugar a hacer música. Después los jóvenes se unen y tocan también los instrumentos que son para ellos. Así pasan todo el día hasta la noche. La música de esta ceremonia es conocida como Wassambá. Los instrumentos hechos de calabaza, madera y cuero se mantienen ocultos en las rocas y solo se usan en esa ocasión. Se usa una planta para ahuyentar a la termitas.

Varias pinturas decoran el lugar ritual. Se ve la serpiente, penes, figuras de máscaras. También se ve el al Hogon, jefe espiritual, con su bastón. Las pinturas datan al menos del siglo XIV.

El color rojo lo hacen con polvo de las piedras, el negro con carbón y el blanco con caca de pájaro. Significan sangre, muerte y vida.

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En Songo viven unos 3000 habitantes y existen cinco apellidos. Los Karambé son jefes, Angoué los agricultores, Diondoseé los Griots…

Para entender estas divisiones es importante tener en cuenta los nombres de familia. Algunos están destinados a ser líderes espirituales, otros al cultivo, otros a cazar, otros a ocuparse de la música ceremonial. Pero en vez de pensar que tu apellido determina tu función lo que hay que reconocer es que en algún momento fue a la inversa. Los actos de las personas determinaron cómo fueron nombradas esas personas. Según palabras del historiador Ahmed Koumou Camara en Sibí, quién hizo algo remarcable así quedó nombrada muchas veces. La repetición de esto en sus descendientes generó las distinciones de hoy en día. Casi todo apellido por lo tanto proviene de algún verbo, alguna acción.

De esta forma doy por cerrado este compendio de crónicas, que empieza aquí, sobre este fascinante viaje que tuvo por objetivo el rodaje del documental «El Canto de los Dioses» dirigido por Pablo di Leva de Bandido Cine. Sin más dilataciones se terminan estos textos que me llevaron mucho más tiempo del imaginado escribirlas, seleccionar fotos (frames de video en verdad), repasar testimonios, digerirlos, cotejar información con otras investigaciones, reescribir, diseñar un poco la web y en lo posible, no olvidarse de disfrutar de todo eso.

Pero bueno espero haber aportado algo a quienes hayan leído algo de todo esto, y sobre todo mostrar un pedazo de vida humana en el mundo que me parece de una riqueza tremenda, con sus mil deficiencias también, pero que va más allá de países y traspasa siglos de historia. En algún punto, algo utópico quizás, me motivó escribir esto para ayudar de alguna forma al pueblo Dogon, incentivar a que se visite o al menos darle algo de voz y de espacio en las cabezas de quienes leen esto. Aportar al conocimiento de nuestro mundo, quienes lo habitan, y promover la empatía. Espero haber logrado algo de eso.

Nos vemos otras crónicas.

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