En este capítulo conoceremos sobre la mitología Dogon además de contar lo que había en el Acantilado de Bandiagara antes de su llegada alrededor del siglo XIV. Más atrás en el tiempo habitó en esta zona un grupo humano denominado TELLEM.
Telí
Telí es un pueblo que se encuentra a los pies del acantilado justo debajo de las antiguas viviendas Tellem, aquella sociedad con la que se encontraron los migrantes Dogon provenientes del Imperio de Malí, el Manden, huyendo del Islam. En Telí viven unos 1200 habitantes y están presentes las tres religiones: Islam, Católica y Animista. Como en todas las localidades, una gran mayoría de la población participa de los rituales animistas de la religión Dogón más allá de declararse de otra religión.
El llano antes era selva, por lo que el pueblo Tellem construyó las casas en el medio del precipicio. La vista privilegiada les protegían de animales y humanos y el color de la construcciones de barro se mimetiza con la piedra. Los Tellem, eran seres humanos de baja estatura, denominados también Pigmeos o Trogloditas.
El lugar es Patrimonio de la Humanidad para la Unesco desde 1989. Hoy en día en Telí la gente vive en la llanura, mientras que en la escarpada ladera del murallón natural se encuentra el viejo asentamiento cuya historia se remonta al menos 5000 años.
No quedaba mucho para que se hiciera de noche. Subimos, o trepamos, hasta el pueblito acompañados de algunos niños.
En su migración desde Manden, el pueblo Dogon llegó a Bandiagara siguiendo la estrella conocida como SIRIO B mientras que a la altura de Tellem un cocodrilo los guió hacia el lugar de Kani Bozón, del primer Baobab, a un par de kilómetros. De esta forma el cocodrilo se transformó en uno de los animales sagrados para la religión animista Dogon.
Los recién llegados, de tradición agrícola, empezaron a cortar los árboles de la llanura para generar el espacio necesario para sus cultivos y así se gestó el conflicto entre estos pueblos. Un conflicto que tendría consecuencias graves. Los Dogon consultaron a AMMA, su dios, para guiarse en la resolución del problema. El consejo fue quemar los árboles para que huyeran los animales y los Tellem irían tras ellos, y así fue, según la historia oral. Migraron hacia lo que hoy es Burkina Faso y aún se los podría encontrar por ahí o en la selva congoleña. ¿Quizás escondidos de la mas mínima modernidad?
Me doy cuenta que jamás estuve en un lugar donde hubiera evidencia de presencia humana tan antigua así que cada paso lo doy con cuidado, observando las piedras y las ramitas, pisando suave. Mi cuerpo, está distinto, va blandito como una serpiente escurriéndose hacia arriba.
El cielo, la piedra, la altura, la vista, los objetos, las paredes de las casas. Todo parece quieto pero con vida. La cantidad de personas e historias es inconmensurable. Siento alegría y una sensación de estar frente a un gran secreto pero sin saber cuál exactamente, como sin poder entenderlo, contemplarlo en su integridad. Me doy cuenta de que hay, o tengo, un límite.
Luego del mencionado conflicto entre Dogon y Tellem sobre cómo utilizar la llanura la sociedad Dogon se quedó habitando la región hasta hoy y por eso en el antiguo Telí encontramos por ejemplo cabezas de animales fijadas en la pared. Según la creencia Dogon, al cazar un animal para alimentarse o por accidente, la energía vital de éste, llamada NYAMA queda suelta y eso puede ser contraproducente. Construir una máscara de ese animal o pegar su cráneo en la pared, ayuda para que esa energía quede fija.
Otro animal importante en la mitología Dogon aparte del cocodrilo es la tortuga. El Hogon, jefe espiritual, se encargaba de hacerle probar para ver si el alimento estaba envenenado. No porque alguien lo envenenara sino que debería ser una forma de asegurarse que los ingredientes usados eran sanos. La casa del Hogon se identifica por llevar en sus paredes figuras de los animales importantes.
El caballo es otro animal sagrado ya que se dice que éste animal sabía hablar y por eso era utilizado como mensajero entre los pueblos. Sin embargo un día se sintió traicionado y por eso ya no habla. El mito es que un día un caballo se apiadó de una chica que iba a ser dada en matrimonio con un hombre que no amaba. Le ofreció a la chica huir y así lo hicieron. Aparentemente luego la chica fue ingrata con el animal y por eso éste decidió nunca más hablar con los humanos.
El cuarto animal es la serpiente, llamada Lebe. Ésta representa la vida, cuyo ciclo para la religión Dogon es un círculo. La serpiente formando un círculo representa el «mundo Dogon». El jefe espiritual del pueblo vivía con una serpiente que lo cuidaba y lo lavaba con su lengua.
Djibril y Pablo se van a conversar sentados en una roca. Me quedo filmando el poblado. Recorro las «calles», miro por las ventanas de las casitas de adobe, imagino el pasado. En los muros pinturas, con los colores primordiales: blanco que significa «le bonheur», la felicidad, la vida, el rojo la sangre del sacrificio animal y el negro la muerte.
Cabezas de mono observan vagamente el paisaje de la sabana añorando la selva que habitaban. El espacio ritual tiene un mensaje escrito en la piedra: «No Pasar» (Acces Interdit). Los muertos eran depositados en los huecos en lo alto del murallón. Trepaban con lianas y allí dejaban el cuerpo. Hoy en día también se hace, quizás menos que antes. Me pregunto quién va primero, ¿el mito o el rito? ¿Quién explica a quién?
Bajamos del sector antiguo de Telí y fuimos al albergue («Campement de Telí») que nos acogió. En el patio central y abierto bajo el cielo estrellado estuvimos un rato cenando y conversando con gente del lugar.
A la mañana siguiente volvimos a subir a la parte antigua para filmar más. Con la excusa o justificación de realizar una toma, ingresé en una cuevita, un hueco en plena piedra. Una especie de habitación de hace incontables años. Adentro, resguardado, imaginaba el tamaño corporal de quién usara esto. Cueva pequeña, pero con dos espacios separados. Uno parece «la cama», el otro, la entrada. Pienso en su rudo estilo de vida, con la ironía de decir «que increíble despertar con esta vista».
Una vez abajo, más de veinte niñ@s nos rodean pidiendo bombones, bidones vacíos, dinero u ofreciendo artículos de artesanías. Damos una vueltas y nos subimos a la «Luma», para seguir recorriendo la llanura debajo del Acantilado de Bandiagara.
<<<<CAPÍTULO ANTERIOR: MALÍ 6, PAÍS DOGON III: Falla de Bandiagara<<<<
>>>>CAPÍTULO SIGUIENTE: MALÍ 8, PAÍS DOGON V: moda, arte y religión>>>>
Hola Pablo, muy linda experiencia, un abrazo!
magnifico Pablo, por trasladarme con tu trabajo «crónicas de un camarógrafo» a es lugar tan atrayente para mi, el territorio Dogón y su historia.
gracias Salvador me alegro que te haya gustado
Buenos días, soy Judit Torrent, estudio y divulgo la historia y cultura de parte de Africa Occidental, también colaboro con una asociación de cooperación con Mali.
Estaria interesada en sus documental. Podria indicarme condiciones para poder ofrecerlo en un centro cultural.
Saludo y gracias